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miércoles, 24 de octubre de 2012

LA UNA DE LA MAÑANA*

Mi celular se iluminó.

¿Iré o no iré? No es lo correcto y lo sé, pero mis pies ya empezaron a andar. Cada paso acallado mío susurra que es malo, innoble, pero el resto de mi cuerpo los ignora, como siempre.

La tímida luz de su taller se encendió y tomé aire al recordar las sensaciones que seguían a ese evento desde hacía seis meses atrás. Me causó escalofrío pensar en las frías herramientas contrastando con su ardiente cuerpo. Hoy pasaría, era inevitable. El deseo nos superaba. Era como si nos perdiéramos en él, o nos fusionáramos y de pronto no sabíamos dónde estábamos. Al unirnos éramos otra persona, una tercera, que no compartía nuestros valores, creencias, compromisos, lealtades; era egoísta, mezquina, celosa, egotista y a la que sólo le interesaba el placer inmediato. Pero era perfecta en toda esa imperfección.

Mi celular se encendió de nuevo y mis muslos se contrajeron, pero ya estaba afuera. Crucé el umbral, seguías viendo tu celular y sonreíste con malicia al verme.

«Vení», dijiste. Por instinto, por decencia, por un poco de mi lealtad, dije no con la cabeza, pero ya venías por mí, robaste mi respiración con un beso, sentí que algo se expandió en mí. De pronto me perdí. Me veía desde fuera, comportándome como otra persona, que disfrutaba, con espontaneidad, con avidez, como animal llegando al abrevadero. Un tornado de sensaciones se formaban dentro de mí y culminaba con un grito, a veces dos, a veces más, a veces casi amanecía.

¿OLVIDARTE?

¿Olvidarte me pides?
Qué petición tan desafortunada has realizado.
Sólo quiero que pienses en todo lo que debo hacer. No será fácil:
olvidar ese momento en que nos entregamos en cuerpo y alma,
o el rastro ardiente de tu boca recorriendo cada centímetro de mi piel;
y a esos ojos que leían con sórdida maestría mis más oscuros deseos.
Olvidar también tu risa, tu olor, tu espalda, tus labios, tu cabello, tu cuello…
Cada parte de ti contiene una porción importante de mi memoria,
a cada una dedique horas, noches, días, suspiros y accidentes.
¡Arrancarme el cerebro sería más fácil! Y aún así dudo que salgas de mí.

¿Olvidarte?
Si interrumpes mi caminar cuando transito, apareciendo de pronto.
Entonces, camino hacia a ti y te esfumas cual fantasma que exige le recuerden;
luego de eso, dices mi nombre y desapareces riendo. Te busco y te escondes
y a veces te encuentro, cuando te extravías de tus sueños y visitas los míos;
Muchas veces te grito que te largues, pero el recuerdo es reacio y se invoca solo.
¿Cómo hacerlo? Si me dices que te olvide con esa voz y esa boca que me hacen soñar.

martes, 23 de octubre de 2012

SOBRE EL AMOR VERDADERO*


Cuando se halla, ya no se deja y si los demás dicen que está mal, vas por buen camino. Hay personas que no saben soportar la felicidad ajena, les duele la ausencia en su vida y les pesa la presencia de eso que desean en alguien más. La envidia sólo es señal de que las cosas se están haciendo bien. Nadie envidia a los mediocres. Las grandes victorias regularmente requieren una ardua lucha, porque sólo éstas pueden causar excelentes satisfacciones y hacen que la lucha valga la pena.

Apostar por el amor es un riesgo, si se apuesta contra la persona amada, nunca apuestes solo, no des más de lo que tu pareja esté dispuesta a dar. El amor es un juego de sumas a no cero, es decir, que ambos deben ganar. Pero apuesta, siempre apuesta inteligentemente, apuesta por tu amor verdadero sin comprometer el amor propio.

Escucha a los metiches, lo que dicen es importante, porque los enemigos sirven para necesitar a los amigos y a la pareja. Si su odio los une más, bienvenidos sean.**


All by Sergio Vergara.

*Cuidado que puede confundirse con verdaderos amores problemáticos, tormentos y violentos, que sí deben detenerse. Pon atención y no existe ningún indicio de esto, haz lo que digo.
**Este texto lo seguiré ampliando. Denme comentarios y sugerencias.


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lunes, 22 de octubre de 2012

EDUCARNOS PARA EDUCAR


Nos devanamos los sesos pensando cómo enseñar a pensar a los niños,
cuando los adultos aún no hemos logrado ese cometido.

"La educación comienza en casa", es un dicho popular y una verdad de perogrullo. Incluso los padres saben que ellos son los responsables de que sus hijos aprendan cuestiones básicas de socialización y valores, aquellos que les serán útiles en el futuro y que son socialmente aceptables. Por ello, las enseñanzas de casa son muy importantes y determinantes para suponer qué clase de adulto habrá como producto de la combinación de ciertos factores ambientales. Lo que ocurre en casa es el único punto de referencia que tiene un niño por algunos años, cree en que las personas se casan, si vive con una pareja casada o no entiende por qué tal persona tiene dos papás o sólo mamá cuando él tiene por padres a una pareja “normal”. En la escuela se aprenden cuestiones esencialmente académicas, pero no exclusivamente. Existen investigaciones que demuestran la importancia del tipo de maestro en el tipo de ciudadano que se forma.

viernes, 19 de octubre de 2012

AMOR, ESCUCHA

Te amo y sé, sin comprender, que te molesta.
Antes de que tu ceño quede marcado para siempre
por tan súbito e incómodo sentimiento, escucha:
Te amo, pero más por mí que por ti;
porque me sirve amarte y saber de ti;
más por mi estupidez que por tu belleza,
más por mi debilidad que por tu grandeza,
más para mi desgracia que para tu alegría.
En esto tienes poco que ver, aunque protagonices,
es un alimento a tu soberbia y el consumo de mi alma.
Es vida, muerte, alegría, tristeza, vida en sueños, suspiros…
Te amo como premio y pesar, gusto y castigo al unísono.
No te molestes, amor mío, no quiero que sufras con mi amor,
no tienes culpa de no amarme ni yo de amarte así,
no te quito ni te otorgo nada, ni mis sueños te requieren,
mi sentir es independiente de tu sentir y de tu voluntad,
mis pensamientos vuelan a ti, te rozan sin molestar.
Amarte es el castigo que sufro al no ser correspondido,
tu desprecio es el látigo innecesario de mi amor indómito,
tu mirada, cual sea, el aliciente que mantiene vivo este amor.

All by Sergio Vergara.


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miércoles, 10 de octubre de 2012

UNA REFLEXIÓN SOBRE EL DESEO

El deseo es el hambre del alma. Análogamente al apetito, aumenta en relación a la distancia del objeto que puede satisfacer el menester; la exquisita presentación de éste vuelve más demandante su adquisición; si no se obtiene y no se satisface de otra forma, nos orilla a cometer actos muy nobles y en extremo reprobables para acceder a él; la necesidad expuesta nos puede llevar a la locura, al vencimiento de la dignidad, al dolor, al consumo del cuerpo por el cuerpo... y finalmente, si el menester insatisfecho es tal, a la irremediablemente muerte.

Al igual que el hambre, el deseo puede llevar a excesos voluptuosos, innecesarios para la supervivencia que, empero, parecen llenar algo vacío, algo menester que en verdad no existe. Cualquiera que sea el equivalente al estómago del deseo (apuesto por el sistema dopaminérgico) también puede expandirse y necesitar más alimento para ser llenado. La “obesidad” que provoca el deseo puede no percibirse físicamente, pero todos hemos escuchado de personas que son segregadas por el abuso de esta necesidad, que tienen problemas en toda índole de su vida, incluso en la salud.

El deseo duele, es una ausencia que arde. El objeto que llena el vacío arde también. El deseo es una llamarada, a veces sólo eso, que se apaga en cuanto se complace. Existen deseo tan efímeros como lo que tarda el cuerpo en llegar al orgasmo, o en descubrir un defecto en la persona deseada; y tan largos como los meses en que se consumen los químicos cerebrales. El deseo se extingue y se transforma en cotidianidad, tolerancia por lo antes deseado; algunos lo llaman amor, yo tengo mis dudas. La cotidianidad es la remembranza del anterior fuego y la esperanza de reencenderlo.