Cuando estoy contigo, cosas increíbles suceden:
el tiempo se detiene y se acelera a la vez;
a mi estómago le crecen alas;
se me olvida respirar
y tu boca me da el aire que necesito para vivir.
La distancia de tu cuerpo respecto al mío
define si vivo o muero.
Mi ropa parece innecesaria,
la piel casi me estorba
y el mundo se reduce a ti.
¿Qué hago contigo?
Si pareces saber todo sobre mí,
puedes hacer conmigo lo que quieras
y desconozco la palabra voluntad.
jueves, 24 de mayo de 2012
martes, 15 de mayo de 2012
viernes, 11 de mayo de 2012
A MI MADRE
Hoy leía, por causa de la añoranza, un mensaje de texto de mi madre. Me
di cuenta de una cosa peculiar sobre la que no había pensado mucho: que tenía
errores de ortografía muy graves, de aquellos que en otras personas critico, de
esos que pienso que me avergonzaría tener. Pero, momento, nadie se ría, no es afán de
exponerla, no hay nada que pueda parecer criticable o reprobable en esto; pues
si alguien en el mundo merece que se le perdone estas fallas, es precisamente
ella: Mi Madre.
Ese mensaje me recuerda sus sacrificios, su entrega, su dedicación, su
arduo trabajo de años y que, a pesar de mi edad, se sigue preocupando por mí. Llámenle ignorancia si gustan. Siendo la ignorancia el
conocimiento de un mundo diferente y no sólo el desconocimiento de una cosa en particular. Pero no
conozco a nadie que haya renunciado a tanto conocimiento con tanto amor,
haciendo todos los esfuerzos a su alcance para que yo pueda escribir y hablar
tan pomposamente, y usar palabras que quizá nunca comprenda, pero que son causa
de ella, frases que son producto de su existencia. Cualquier mérito que merezca
yo, debería llevar en título más grande su nombre, que me caracteriza más que
el mío propio.
Madre es alguien que renuncia a la superación y placer personales por
amor, nada más; y dicen que no es un sacrificio, sino un gusto, no soy quien para
dudarlo.
miércoles, 9 de mayo de 2012
CARTA PARA: INNOMBRABLE
Me resultas especial porque ¡eres
la única persona en el mundo que desata de manera tan salvaje mis instintos
homicidas! Algo en ti golpea mi hígado y me produce náuseas cuando te observo; tu
risa es particularmente irritante, me avisa que debo hacer algo para apagarla, como una alerta roja de felicidad enemiga. Las buenas argumentaciones se vuelven
obtusas cuando salen de tu boca, los proyectos inasequibles y mi mano pesa más
si quisiera votar por ti. Pedirte un favor sería como querer saltar al vacío
cuando se quiere conservar la vida; quizá la mente quiera y el cuerpo no
responde. Tu mano es impura, tu aliento obsceno, tu mirada malintencionada, tus
actos sórdidos... y cuanto más te miro, más desperfectos tienes.
¡¡¿Cómo puede existir alguien
como tú? Debería haber una norma para ser tan fácil de odiar. ¿Es que lo doctores
son idiotas y no se dieron cuenta que semejante adefesio debía ser aniquilado
antes que se pudiera defender?!!
¡Ah!... Contaré hasta diez.
He pensado que, quizá si el mundo
dejara de avanzar, se congelara, si nadie nos mirara, si no recordaras; no sé muy probablemente, ¡te
haría el amor irremediable y frenéticamente!, y si me siguieras desagradando
físicamente, quizá encontraría al menos ciertas bondades en ti. ¡Pero qué digo!
Te odio. Si existe un magnetismo animal, estamos extrapolados. Como las almas
gemelas en el amor, tú y yo nacimos para destruirnos, pelear por ser mejor que
el otro, impelernos a superarnos cada día, a componer la postura cuando nos vemos,
a cuidar nuestra imagen y nuestra reputación, incluso a obligarnos a creer que "soy más
feliz que tú".
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