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miércoles, 19 de diciembre de 2012

EL DÍA PROMETIDO


Me dicen que te olvidaré, incluso gente más sabia que yo.
Juran que el olvido es necesario y que el cuerpo lo sabe,
qué solo llegará y que una mañana no recordaré quién eres;
también que el sonido de tu voz no susurrará a mis espaldas,
mientras que tus rasgos faciales se difuminarán en mi mente.

Y dicen mil veces que te he de olvidar.
Que tu nombre un día sólo será una palabra sin significado;
tu historia, un vago recuerdo de una plática de café;
tu vida, un cuento de los que usan para asustar a los niños,
tus palabras, tinta deleble destinada a desaparecer silente.

La gente habla cuando cree que las experiencias se repiten sin cesar,
que recuerdo y olvido se suceden como la lluvia y la sequía,
que el olvido es un día prometido para cualquier recuerdo.
Pero ese día camina lento, con pereza, el sol tan distraído
como misionero amnésico o como esperando un cambio de opinión.

Olvido o el Día Prometido, infame y ruin traicionero,
como obrero que cobra por adelantado y huye con el efectivo.
¿Pero dónde radica la promesa? ¿En mí o el dominio público?
Hoy termina la promesa de otros y comienza la mía.
Mañana será cuando te dejaré de ver como ese alguien que dije amar.

Sabré quien eres, dónde vives, 
el color de tus ojos, tu canción favorita, 
tu forma de besar, tu voz al amar, 
quien fui contigo, tu cumpleaños,
 tus defectos, tus debilidades, 
las formas desnudas de tu cuerpo, 
tus frases irritantes... tu todo.
Porque el problema nunca fue el olvido. 
El día prometido será dejarte de amar.
El día prometido depende de mí.


All by Sergio Vergara.


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“SI TAN SÓLO PUDIERA”


El silencio de la duda y la incredulidad cerró mi boca nuevamente. Te miro como de costumbre, ocultando esa mirada tan mía, pero tan tuya, porque sólo la realizo cuando tú estás enfrente; sonríen tus ojos pero tu cara es inescrutable. Es la cita informal, la hora acordada, que ni los interrogadores más fieros harían que reveláramos.

Ahí estás, sé que me viste. Es inevitable que pasemos al lado del otro… Te miro por un instante que se hace eterno, bajo la mirada por miedo a que todo sea mi imaginación insana que gasta bromas crueles a mi mente.

Desde mi infancia juego a que tengo poderes, espero que eso sea normal, imagino que puedo detener el tiempo, coloco las manos frente a mí, como si quisiera frenar a alguien y ¡PAM!, ¡funcionó!: el mundo se detuvo, la Tierra dejó de girar ante mi capricho, aunque misteriosamente el aire fluye lo suficiente para que respire. Las personas son estatuas, camino entre ellas, incluso tú eres una hermosa figura inmóvil, evado a tus amigos, me poso frente a ti. Me invade el miedo, creo que el poder puede terminar en cualquier momento y todos verían mis deseos, pero me vuelvo valiente y te toco las comisuras de los labios, luego sigo el sendero de tu cabello y miro a tus ojos vacíos. Quiero darte un beso, ese acto imposible que me quita el sueño, pero no. Sería innoble de mi parte, incluso un delito. Me alejo un paso y te “descongelo”, vuelves a la vida, pero el mundo sigue en pausa, tus ojos sufren desconcierto, analizar lo que ocurre y noto temor en ti. Quisiera volverme invisible, porque pronto te darás cuenta que no estoy donde debiera, de hecho, estoy donde no es mi lugar… Tiemblo, me miras y no del todo, pero comprendes, me miras y tu entrecejo formula una pregunta, mi planta derecha esboza un pequeña respuesta y avanza hacia a ti, dubitativa.

martes, 11 de diciembre de 2012

NADA QUE CELEBRAR


Discurso de despedida de la generación 2008-2012 de la Facultad de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, dichas por Sergio Vergara.

Buenos tardes distinguidas autoridades, estimados compañeros graduados e invitados a este evento de graduación en general. Es un honor para mí la oportunidad de expresar estas palabras de despedida como representante de nuestra generación. Para ello, he buscado términos para formular algunas emociones que nos pueden embargar en este momento de nuestras vidas. Haciendo un inventario de mí mismo y recordando las múltiples pláticas sostenidas con algunos de ustedes es como intenté plasmar algo de todo esto en papel, pero es una empresa por demás difícil.

Pensé en júbilo y ansiedad, en expectativa y ganas de volver atrás, en felicidad y miedo… experimentadas en una perfecta combinación, que hace imposible poner un nombre a lo que sentimos. Muchos incluso podrán sentir indiferencia porque la realidad aún no los alcanza. Lo que nos acaece es una lluvia de emociones o un torbellino de sentimientos que son inefables y las palabras huyen para no ser mencionadas.

Después pensé en los motivos de nuestra asistencia a este recinto, que creo que poco a poco significa algo más que el nombre del evento. No estamos aquí sólo por cumplir con un acontecimiento que es tradicional, un protocolo, sino porque deseamos hacer algo, añadir esto quizá a nuestra experiencia de vida, estar en el momento en que hemos sido reconocidos por nuestra sociedad y nuestra universidad como los profesionales que ya han sido formados. También para que nuestros familiares, nuestras amistades y nuestras parejas vean lo alto que hemos llegado. Entonces pensé que sí debía plasmar algo sobre el motivo de nuestra asistencia.