Google

miércoles, 19 de diciembre de 2012

“SI TAN SÓLO PUDIERA”


El silencio de la duda y la incredulidad cerró mi boca nuevamente. Te miro como de costumbre, ocultando esa mirada tan mía, pero tan tuya, porque sólo la realizo cuando tú estás enfrente; sonríen tus ojos pero tu cara es inescrutable. Es la cita informal, la hora acordada, que ni los interrogadores más fieros harían que reveláramos.

Ahí estás, sé que me viste. Es inevitable que pasemos al lado del otro… Te miro por un instante que se hace eterno, bajo la mirada por miedo a que todo sea mi imaginación insana que gasta bromas crueles a mi mente.

Desde mi infancia juego a que tengo poderes, espero que eso sea normal, imagino que puedo detener el tiempo, coloco las manos frente a mí, como si quisiera frenar a alguien y ¡PAM!, ¡funcionó!: el mundo se detuvo, la Tierra dejó de girar ante mi capricho, aunque misteriosamente el aire fluye lo suficiente para que respire. Las personas son estatuas, camino entre ellas, incluso tú eres una hermosa figura inmóvil, evado a tus amigos, me poso frente a ti. Me invade el miedo, creo que el poder puede terminar en cualquier momento y todos verían mis deseos, pero me vuelvo valiente y te toco las comisuras de los labios, luego sigo el sendero de tu cabello y miro a tus ojos vacíos. Quiero darte un beso, ese acto imposible que me quita el sueño, pero no. Sería innoble de mi parte, incluso un delito. Me alejo un paso y te “descongelo”, vuelves a la vida, pero el mundo sigue en pausa, tus ojos sufren desconcierto, analizar lo que ocurre y noto temor en ti. Quisiera volverme invisible, porque pronto te darás cuenta que no estoy donde debiera, de hecho, estoy donde no es mi lugar… Tiemblo, me miras y no del todo, pero comprendes, me miras y tu entrecejo formula una pregunta, mi planta derecha esboza un pequeña respuesta y avanza hacia a ti, dubitativa.

Nadie nos ve, el sol ya no avanza, el aire apenas nos toca, las voces no pueden salir. Seguro piensas que éste es un sueño… Tu pie izquierdo te invita a creer, nuestros ojos se encuentran y huyen por fracciones de tiempo, con miedo a que nuestras miradas se fijen perennemente. Trago saliva. Mis dedos rosan la tela de tu ropa. Tomo aire profundamente. No sé qué pase por tu mente. Tocas mi cara y creo que voy a morir de la incredulidad. Me acerco a ti, te acercas a mí, como los planetas que se atraen mientras intentan huir. La gravedad es tan fuerte que nos acercamos a la colisión. Siento tu aliento, entra en mis vías y siento que ya hay algo de ti en mí. El efluvio de tus labios me da una idea de su sabor. Tiemblo como una cuerda tensa, mi piernas se debilitan y mi corazón hace no sé qué cosa. Roso tus labios y mi cuerpo se contrae, mis manos te aprietan, las tuyas me acercan. Me siento flotar y el mundo deja de existir, como si levitáramos en un mundo que gira lento, con clima húmedo y atmósfera que huele a ti. Nuestros cuerpos se unen más, pero yo quiero ver tus ojos, saber que sigues ahí. Admirar que fue posible y fundirnos una vez más.

Mis párpado se comienzan a escindir, las luz se cuela en tonos naranjas mientras mi boca acomoda un beso más, un sonido gracioso se forma y nuestro labios se comprimen como queriendo reír y se relajan para volver a besar. La luz deja de ser sólo luz y se convierte en imágenes, en dos bellos ojos que comienzan a abrirse, con esa dulce sonrisa tan tuya y tan mía porque sólo la haces en mi presencia.

Algo anda mal, al salir a la superficie del mundo del que nos arrobamos, antes era silencioso, formado por estatuas y astros inamovibles; y al mirar tus ojos, que se abrían por el asombro, había voces, susurros morbosos y un poco de miedo en el aire que ya corría. Todo el mundo miraba con terror la escena que en su mundo no era posible. Sentí miedo y ganas de huir. Perdí mi poder al dejar de tener facultad sobre mi cuerpo. Nos separamos velozmente, tomaste tus cosas y corriste. Coloque mis manos frente a mí como si quisiera frenar a alguien, pero no funcionó, la ansiedad me domina y mis manos temblaban sin control…

Parpadeé repetidamente y me reí de mi ocurrencia, creo que mi sonrisa te agradó porque me miraste, te miré y tu mirada huyó veloz como relámpago. Sonreíste. Aparté mi vista por miedo a que fuera mi imaginación. Me miraste cuando te dejé de ver directamente. Tu sonrisa formó incertidumbre “¿Me mirabas?”, quizá inquirió... “Si tan sólo pudiera”… mi corazón sonrió.


All by Sergio Vergara.

SÍGUEME EN:

2 comentarios:

  1. ¡¡Hermosísimo!! mirá cómo lo digo. Cuánta inspiración.:) ~EuGe~<3

    ResponderEliminar
  2. Tendre que coincidir con -Euge- Super, Mega, Wow!"' Hermoso!!"

    ResponderEliminar

Tu opinión importa mucho. Cuándo se lee, algo surge en nuestra mente y sólo toma unos minutos plasmarlo.

Para comentar pueden usar el perfil: "Nombre/URL". Ejemplo: "Sergio" y "www.facebook.com/vergara.sergio" Enseguida escribir tu comentario. Gracias.