El silencio de la duda y la
incredulidad cerró mi boca nuevamente. Te miro como de costumbre, ocultando esa
mirada tan mía, pero tan tuya, porque sólo la realizo cuando tú estás enfrente;
sonríen tus ojos pero tu cara es inescrutable. Es la cita informal, la hora
acordada, que ni los interrogadores más fieros harían que reveláramos.
Ahí estás, sé que me viste. Es
inevitable que pasemos al lado del otro… Te miro por un instante que se hace
eterno, bajo la mirada por miedo a que todo sea mi imaginación insana que gasta
bromas crueles a mi mente.
Desde mi infancia juego a que tengo
poderes, espero que eso sea normal, imagino que puedo detener el tiempo, coloco
las manos frente a mí, como si quisiera frenar a alguien y ¡PAM!, ¡funcionó!:
el mundo se detuvo, la Tierra dejó de girar ante mi capricho, aunque
misteriosamente el aire fluye lo suficiente para que respire. Las personas son
estatuas, camino entre ellas, incluso tú eres una hermosa figura inmóvil, evado
a tus amigos, me poso frente a ti. Me invade el miedo, creo que el poder puede
terminar en cualquier momento y todos verían mis deseos, pero me vuelvo
valiente y te toco las comisuras de los labios, luego sigo el sendero de tu
cabello y miro a tus ojos vacíos. Quiero darte un beso, ese acto imposible que
me quita el sueño, pero no. Sería innoble de mi parte, incluso un delito. Me alejo
un paso y te “descongelo”, vuelves a la vida, pero el mundo sigue en pausa, tus
ojos sufren desconcierto, analizar lo que ocurre y noto temor en ti. Quisiera
volverme invisible, porque pronto te darás cuenta que no estoy donde debiera,
de hecho, estoy donde no es mi lugar… Tiemblo, me miras y no del todo, pero
comprendes, me miras y tu entrecejo formula una pregunta, mi planta derecha
esboza un pequeña respuesta y avanza hacia a ti, dubitativa.
Nadie nos ve, el sol ya no avanza,
el aire apenas nos toca, las voces no pueden salir. Seguro piensas que éste es
un sueño… Tu pie izquierdo te invita a creer, nuestros ojos se encuentran y
huyen por fracciones de tiempo, con miedo a que nuestras miradas se fijen
perennemente. Trago saliva. Mis dedos rosan la tela de tu ropa. Tomo aire
profundamente. No sé qué pase por tu mente. Tocas mi cara y creo que voy a
morir de la incredulidad. Me acerco a ti, te acercas a mí, como los planetas
que se atraen mientras intentan huir. La gravedad es tan fuerte que nos
acercamos a la colisión. Siento tu aliento, entra en mis vías y siento que ya
hay algo de ti en mí. El efluvio de tus labios me da una idea de su sabor.
Tiemblo como una cuerda tensa, mi piernas se debilitan y mi corazón hace no sé
qué cosa. Roso tus labios y mi cuerpo se contrae, mis manos te aprietan, las
tuyas me acercan. Me siento flotar y el mundo deja de existir, como si
levitáramos en un mundo que gira lento, con clima húmedo y atmósfera que huele
a ti. Nuestros cuerpos se unen más, pero yo quiero ver tus ojos, saber que
sigues ahí. Admirar que fue posible y fundirnos una vez más.
Mis párpado se comienzan a
escindir, las luz se cuela en tonos naranjas mientras mi boca acomoda un beso
más, un sonido gracioso se forma y nuestro labios se comprimen como queriendo reír
y se relajan para volver a besar. La luz deja de ser sólo luz y se convierte en
imágenes, en dos bellos ojos que comienzan a abrirse, con esa dulce sonrisa tan
tuya y tan mía porque sólo la haces en mi presencia.
Algo anda mal, al salir a la
superficie del mundo del que nos arrobamos, antes era silencioso, formado por
estatuas y astros inamovibles; y al mirar tus ojos, que se abrían por el
asombro, había voces, susurros morbosos y un poco de miedo en el aire que ya
corría. Todo el mundo miraba con terror la escena que en su mundo no era
posible. Sentí miedo y ganas de huir. Perdí mi poder al dejar de tener facultad
sobre mi cuerpo. Nos separamos velozmente, tomaste tus cosas y corriste.
Coloque mis manos frente a mí como si quisiera frenar a alguien, pero no
funcionó, la ansiedad me domina y mis manos temblaban sin control…
Parpadeé repetidamente y me reí de
mi ocurrencia, creo que mi sonrisa te agradó porque me miraste, te miré y tu
mirada huyó veloz como relámpago. Sonreíste. Aparté mi vista por miedo a que
fuera mi imaginación. Me miraste cuando te dejé de ver directamente. Tu sonrisa
formó incertidumbre “¿Me mirabas?”, quizá inquirió... “Si tan sólo pudiera”… mi
corazón sonrió.
¡¡Hermosísimo!! mirá cómo lo digo. Cuánta inspiración.:) ~EuGe~<3
ResponderEliminarTendre que coincidir con -Euge- Super, Mega, Wow!"' Hermoso!!"
ResponderEliminar