BENDITA LOCURA

Percibí tu olor en mi almohada,
luego de tanto tiempo sin pensar en ti y
el dolor fue tal como el primer segundo de tu ausencia.
Lloré como un niño que perdió lo que más quería,
ese sentimiento pueril pero vano de no aceptar tu partida;
indescriptible e informe que ocupa toda la casa y mi cuerpo.
Me llena tu recuerdo y sin embargo drena mis ganas de seguir.
¿Por qué te fuiste de modo tan súbito?
¿Cómo desacostumbrarme de ti?
Un simple adiós habría bastado y no tengo ya nada,
ni siquiera el eco de tu voz o el dejo de tus besos.
¡Resignación! Estúpida palabra inventada por quien no ha perdido nada.
Te veo en mis sueños tan real como en vida.
La idea de que ya no existes es igual a la imagen especular de las cosas reales.
Alguien debió equivocarse, esa tumba no es tuya,
no eras tú en ese cuerpo blanco y ausente,
¿Quién podrá odiarme de guisa tan impía?
¡No!, debes estar por llegar, casi escucho el susurro de tus pasos,
tu mirada en mi espalda, el sabor de tu piel y el barullo de tus risas.
“Amor”, escuché decir desde la claridad del Sol nuevo que entra en la ventana,
la piel se me erizó y mi corazón reconoce tu plausible belleza.
Si alguien me odia, debe ser por poseerte,
como mi alma odia a mis manos por poderte tocar y a mis ojos por mirarte.
Tu presencia es tan patente y tu belleza tan arrojante.
¡Cómo que no pueden verla! ¡Cómo si fuere asequible ignorar esa figura!
Es que no es posible que no esté, si me sonríe.
¿Loco? Si poder tocarte, verte y besarte es la demencia.
Loco estoy y soy feliz, si sólo loco te puedo tener.
¡Arriba la locura!


All by Sergio Vergara.

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